jueves, 6 de octubre de 2011

Crónica grupal

El sábado 17 de septiembre, coincidió con el horario del taller, el evento de cierre del Festival Internacional de Teatro organizado por El Cultivo. Apresuramos una introducción a lo que es escribir una crónica, y salimos a la cancha. El resultado: cuatro visiones particularísimas del mismo hecho.

Ideas a tener en cuenta sobre la elaboración de una crónica: Relato cronológico de los hechos/ Descripción del ambiente, espacio/ Protagonistas/ Otras fuentes -personas, información, libros- que nos puedan ampliar lo que estamos viendo.

La crónica, como mucho del periodismo honesto, también es un género literario.

Hicimos una edición de cuatro crónicas individuales, de manera que parezca una crónica grupal y escalonar las visiones. La misma se publicó en la Revista La información de octubre.





Un espectáculo y cuatro crónicas

En septiembre se realizó el Primer Festival Internacional de Teatro en Cañuelas, organizado por la gente de El Cultivo. El cierre: un impactante circo de altura en la plaza céntrica. Cuatro crónicas y no una, nos cuentan el evento. Cuatro visiones que interpelan desde su subjetivad, la nuestra. Original trabajo del taller literario de la Biblioteca Sarmiento.


Pitábamos en la plaza, cuando de repente nos percatamos que un chamán nos inducía con sus gritos incontestables a que nos arrimáramos al fogón y compartiéramos su fuego.
El sábado 17 de septiembre a partir de las 20 horas en la plaza céntrica, tomó lugar el espectáculo de artes circenses Orkus, a manos del grupo Astrolabio de la ciudad de Saladillo. El escenario, montado ante la atenta mirada del Gral. San Martín, estaba compuesto por un juego de trapecios, sogas y un caño de acrobacias.
Nos percatamos de que no éramos los únicos que sentían curiosidad por ver tal escena, una muchedumbre se había entregado a la tentación del calor de las antorchas. (G.P.)

Un par de trapecios y telas acrobáticas rojas colgando de un arco a cinco metros de altura, una cucaña del mismo largo, y un par de tachos negros a la izquierda con cinco pequeños rodeándolos y exhalando fuego.
La obra se tomó su tiempo antes de comenzar. La atrasaron hasta que se formó una medialuna de gente alrededor del escenario. No era una medialuna tan bien formada, algunos integrantes del público no lograron ver los conos que marcaban el área donde se ejecutarían los actos y se les adelantaron, fue el caso de “El tajo”, utilero del básquet de Cañuelas, que se paró con su bicicleta a metro y medio de ellos.
Comenzó el espectáculo cuando salió por la derecha un hombre del paleolítico con dos antorchas en las manos. A pesar de que acababa de descubrir el fuego, lo maniobraba bastante bien. Estaba con el torso desnudo y un taparrabos; caminó bordeando el público, gritándonos salvajemente con una furia un tanto ridícula y luciendo sus antorchas, hasta que llegó adonde estaban los tachos. Se paró entre medio de los dos grandes y empezó a tocarlos con las antorchas como si fueran timbales. No logró golpearlos al ritmo de la música de fondo, tal vez los neardentales no eran tan buenos para la música. (R. M.)

A los ocho de la noche un chamán empezó a salir de las tinieblas de la plaza dando alaridos incomprensibles y, detrás de él, empezaron a aparecer figuras humanas de ultratumba, una de las cuales era un esqueleto cuyo cráneo se encontraba vistosamente adornado con un sombrero charleston. El chamán los guió al frente de la estructura y luego de esto empezó con su ritual de fuego. Así, los seres más mórbidos, dos mujeres y un hombre, se dirigieron a los trapecios y comenzaron con sus acrobacias de amor, primero ellas, luego él. Cuando terminaron se recostaron debajo de los trapecios, y otras dos mujeres empezaron a volar un vuelo de muerte enredadas en las telas. La rebelión del esqueleto hizo las delicias del público. (M.A.)

Los ojos abiertos, literalmente y en sentido figurado. A lo lejos, del sector de la plaza que enfrenta al cine teatro, se ve venir algo que parece ser un hombre de las cavernas con un antorcha, algo relevantemente significativo, nos querría asustar con lo arcaico, lo desconocido, o más bien recordarnos nuestro pasado para vanagloriarnos del hecho que acaece, que nos vemos avanzados, no sólo en el tiempo. Hay mucha gente, muchas visiones, y quizás pegue con una, pero también muestro la mía.
El director de la obra Marcelo Curotti luego nos explicaría que la gente se tiene que ir a su casa y pensar, pensamiento solidario para cada subjetividad. Así, es razonable y permitido que digamos lo que nos pareció, si el propio encargado tuvo esa intención. El que luego supimos que era un chamán (no un cavernícola), resucitaba muertos, los invitaba al mundo de los vivos, así podemos ver en este milagro intrigante, que se trae del más allá a un esqueleto que baila charleston y que pone los pelos de punta al individuo que traspasa su propio razonamiento cerrado. Luego se revive a tres personas que forman un trío amoroso y también a dos mujeres que parecen hermanas gemelas, porque hacen siempre lo mismo, aunque puede que sean la misma persona y nosotros la vemos doble por alguna razón. (N.C.)

Géminis, separadas al nacer. No saben que así, como los astros influyen en todos los fenómenos del universo, cada acción de ellas influye en su hermana. Actúan en sincronía, quieren de la misma manera, tienen los mismos ademanes, les gustan las mismas canciones en la radio. Por las noches hablan dormidas. La persona que duerme con ellas sólo oye una parte del diálogo.
-Te dije que ese chico no era para vos.
La gorra es una forma de remuneración hacia los artistas por eso que lo espectadores nos llevamos de su trabajo. Es el principal método usado por los artistas callejeros y refleja fielmente lo que es la idea del teatro independiente. Al terminar la función, los chicos de El Cultivo pasaron la gorra para que la gente colaborara.
Venía la muerte. Algunos de nosotros la habíamos visto en la cara de seres queridos. Sigilosa, como tramando algo. Pero esta muerte era una muerte alegre, que contaba chistes y se mostraba tal cual es. Bailaba un charleston risueño, y prefería el ocio a tener que trabajar para el chamán. Nos pidió una pitada, y cuando fumó dijo que teníamos la boca amarga.
-Ya lo sabés para la próxima. (G.P.)

Germán Plá (G.P.)
Ramiro De Mendonça (R.M.)
Mariano Arrieta (M.A.)
Nicolás Cornador (N.C.)
Edición: J. M. R.

Revista La información octubre 2011

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