jueves, 14 de abril de 2011

Génesis

Ante la falta de tiempo y relojes debemos para siempre el desglose de cada clase. Esto es: hacemos lo que podemos. Llevado a la actualidad: la selección será temática. Hoy: el Génesis. Día del encuentro: 07/02/2011.

Un fugaz parpadeo. Y aquí estoy, lejos muy lejos de mi origen.
Estrella tras estrella, nebulosas. La eternidad. Un pequeño punto en el universo, un planeta naciente; mucho por hacer.
Debo confesar que el lugar no es muy agradable, la atmósfera está saturada de sulfatos, dioxido de carbono, amoníaco. El suelo es lava ardiente. Aún no hay vida, porque la noche es eterna. Fuertes vientos pesados empeoran el ya empobrecido y tétrico paisaje.
Y aquí estoy yo. Una forma de energía extraña y fuera del contexto ya descripto. Pero hay una razón para mi presencia aquí. Se me ha solicitado, en carácter prioritario, ser el fundador de una nueva historia.


Horacio Ponce, Breve introducción a una historia desconocida, año 2000


Lecturas presentadas en la clase: el Génesis bíblico (edición Biblia actual), el Libro XI, Cap. 4 de las Confesiones de San Agustín, poema Génesis de Guillermo Etchebehere, poema  La Creación (Sermón negro) del estadounidense James Weldon Jonson, y una alusión a la estructura del libro Adán (1916) de Vicente Huibobro. Sobre el génesis bíblico, todo y nada para decir, es el canon; San Agustín trae la idea de la creación desde la nada (creatio ex nihilo), que no es bíblica, ni siquiera griega, una genialidad agustiniana apoyada sí en lecturas anteriores; el poema de Etchebehere es claramente la traslación del génesis bíblico al paisaje de la pampa, pero al principio, vimos cómo se nutre también de elementos primitivos precolombinos (ej: "los ciclos vegetales") y locales, avatares históricos (ej: los gauchos, "las montoneras"); del poema La Creación, sacado de una antología de poesía negra, mostramos el antropomorfismo de Dios, un Dios que siente como hombre (siente soledad, sonríe, crea con sus manos); finalmente, del libro Adán de Huibobro, quisimos rescatar que el autor desagrega los elementos para tratarlos en poemas aparte: El Caos, La Noche, La Tierra, Mar, Agua, etc., todo un síntoma de la literatura moderna.

Contábamos ya con suficiente material como para imaginar algo nosotros. Horacio pidió una Biblia, y recordó el prólogo del Evangelio de Juan: "Al principio (la Palabra) estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe". Sentíamos el llamado del logos (palabra), ningún dios ya hablaría por nosotros, esto es así desde los grandes filósofos griegos y San Agustín, había que escribir.

Dos de los trabajos, y el poema citado de James Weldon Jonson:

.
Qué bella es la profundidad
y la eternidad de la NADA,
sólo yo puedo sentirla.
Pero qué está pasando?
De pronto se produce un movimiento,
millones de microorganismos
comienzan a danzar caóticamente
en busca del milagro de la VIDA.

Qué bello, sólo yo puedo comprender
la profundidad de la eternidad del universo...
Sólo yo, por ahora.


Martha Mellado



Todo pasa por el mate

El mate y su ronda representan al planeta
Un ser superior lo prepara y ceba

Y se desconoce de dónde provenga la yerba

Ahí nomás todos se arriman a la terma
Y comparten galletitas que en vientre procrearán

Y no se van hasta que se ponen verdes

Después el mate se lava y se tira la yerba
La ronda se rompe y un Cristo invita a una última cena
El mate se guarda en busca de otra espera.


Germán Plá



La Creación (Sermón negro)
James Weldon Jonson (1871-1938), Florida, EE.UU.

Y Dios avanzó fuera del espacio
y miró alrededor y dijo:
“Estoy solo.
Tengo que hacer el mundo.”

Y a lo lejos, donde el ojo de Dios se extendió,
la oscuridad todo lo cubría,
más negra que cien medianoches
en un pantano de cipreses.

Entonces Dios sonrió,
y la luz se hizo
y la oscuridad rodó de un lado
y la luz brilló del otro
y dijo Dios: “Esto es bueno”.

Entonces Dios avanzó y tomó la luz dentro de sus manos,
e hizo girar la luz alrededor de sus manos;
y así formó el sol,
y fijó al sol como luminaria en el cielo
y de la luz sobrante después de hacer el sol,
Dios amontonó una brillante pelota
y la arrojó contra la oscuridad,
decorando la noche con la luna y las estrellas.
Entonces debajo entre
la oscuridad y la luz
él arrojó al mundo
y dijo Dios: “¡Esto es bueno!”

Entonces Dios caminó hacia abajo,
y el sol estaba a su mano derecha
y la luna quedaba a su izquierda;
y las estrellas se agruparon alrededor de su cabeza
y la tierra bajo sus pies.
Y Dios caminó, y donde él pisó
sus huellas cavaron los valles
y se combaron las montañas.

Entonces él se detuvo, miró y vio
que la tierra estaba caliente y estéril.
Entonces Dios se asomó sobre el borde del mundo
y escupió los siete mares.
Él abrió sus ojos y el relámpago brilló.
Golpeó sus manos y el trueno rodó
y las aguas alrededor de la tierra bajaron
y las refrescantes aguas corrieron hacia abajo.

Entonces el verde pasto brotó
y las pequeñas rojas flores florecieron
y el pino apuntó sus dedo al cielo
y el roble extendió sus brazos.

Los lagos se recogieron abajo en los huecos de la tierra
y los ríos corrieron rumbo al mar.
Y Dios sonrió de nuevo
y el arco iris apareció
y se enroscó alrededor de sus hombros.

Entonces Dios levantó sus brazos y balanceó su mano
sobre el mar y sobre la tierra
y dijo: “¡Dad a luz! ¡Dad a luz!”
Antes que pudiera bajar la mano,
los peces y las aves
y las bestias y los pájaros
nadaron por los ríos y los mares,
vagaron por los bosques y los montes
y abrieron el aire con un batir de alas.
Y dijo Dios: “Esto es bueno”.

Entonces Dios caminó alrededor
y miró alrededor
todo lo que había hecho.
Contempló su sol
y miró su luna
y miró sus estrellitas
y miró su mundo
con todos los seres que vivían
y dijo Dios: “Estoy solo todavía”.

Entonces Dios se sentó
en la falda de un monte donde podía meditar;
a orillas de un profundo y vasto río se sentó,
y sosteniendo su cabeza entre las manos
Dios pensó y pensó,
hasta que exclamó: “Haré un hombre”.

Sobre el lecho del río
Dios se levantó con sus manos de arcilla,
y sobre el banco del río se arrodilló,
se arrodilló.

Y entonces el Gran Padre Todopoderoso
que iluminó el sol y lo fijó en el cielo,
que lanzó las estrellas al más lejano rincón de la noche,
que hizo girar la tierra en las palmas de sus manos,
este gran Dios,
semejante a una madre encorvándose sobre su nene,
arrodillándose sobre el polvo,
trabajando sobre un montón de arcilla
la modeló a su propia imagen.
Entonces dentro de ella sopló el aliento de la vida
y el hombre se convirtió en un alma viviente.
Amén. Amén.

2 comentarios:

  1. Qué bien escribe el chico de Plá. ¡Qué Pláto!

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  2. qué lástima que no puedas decir qué Plátón, porque lleva dos tildes, dejá de plágiar...

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